la memoria contra el olvido
JUAN GARCÍA LUJÁN -
“En mi región hay calvarios de ausencia
muñones de porvenir/arrabales de duelo
pero también candores de mosqueta
pianos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde sus huertos
nostalgias inmóviles en un pozo de otoño
sentimientos insoportablemente actuales
que se niegan a morir allá en lo oscuro “
Mario Benedetti, “El olvido está lleno de memoria”
Mario Benedetti, que sufrió en sus carnes la crueldad de una dictadura militar fascista, escribió en su poemario “El olvido está lleno de memoria” que no hay olvidadizos, sino olvidadores. Según el poeta uruguayo “es ilusión de estos olvidadores/ que los otros, las otras, los otritos/ no sigan recordando su vileza/pero son fantasías sin futuro ni magia”. En Canarias llevamos 73 años de gobiernos olvidadores. Por eso el trabajo de la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas ha sido fundamental para llegar hasta el acto que tendrá lugar este sábado: el reconocimiento público, la honra y la despedida de nuestros muertos.
Durante muchos años en Arucas daba miedo acercarse al pozo de El Llano de las Brujas. El nombre se lo pusieron los vecinos que escucharon el ruido y vieron los fogueos en aquellas noches de represión y crimen de 1937. Sólo los familiares de las víctimas sabían que el fuego alrededor de aquel pozo no lo producían unas brujas, los familiares sospechaban que aquel pozo fue el final del camino que había comenzado con la llegada a sus casas de guardias civiles y falangistas que a punta de pistola secuestraban a un padre, a un hijo o un hermano. En medio de un manto de silencio impuesto por los olvidadores, lo fueron contando en voz baja de generación en generación.
En Arucas la memoria y la lucha ganaron al olvido. Los trabajos de historiadores como Sergio Millares, los arqueólogos José Guillén y Verónica Barroso y el bioantropólogo Javier Velasco sirvieron para ratificar los testimonios de la historia oral, la historia no escrita que han estado contando los descendientes de las víctimas. Los científicos entraron en el pozo y localizaron los huesos de 24 represaliados. Eran 24 hombres, el más joven tenía entre 23 y 25 años, el mayor cerca de 60. Todos menos uno murieron por disparos en la cabeza, en muchos casos dispararon más tiros de los necesarios, hubo tortura y ensañamiento, algunos fueron maniatados antes de ser arrojados al fondo del pozo de 55 metros. La mitad de las víctimas había estado en campos de concentración semanas antes, y fueron liberados como parte de un plan elaborado para aterrorizar a la población.