DON VENTURA, MÉDICO DEL PUEBLO

Publicado en por ME QUEDO BOBA

                                                    Agapito De Cruz Franco

 

Don-Buenaventura-Machado-Melian.JPGHay seres humanos, que, cuando desaparecen del tiempo es como si toda una época se fuera con ellos. Don Buenaventura Machado Melián (La Orotava 1922-2011) fallecido el pasado 1 de febrero, es sin duda uno de ellos.

Don Ventura, médico del pueblo, conocido también entre las gentes de la Villa como el médico de los pobres, si por algo se caracterizó en su dilatada vida fue por ser un médico ejemplar, aparte de toda una autoridad en la especialidad de pulmón y corazón y uno de los mejores especialistas de todo el Estado en esta materia. Así lo definiría Naira Yurena Ruitort, alumna de ESO del IES La Orotava-Manuel Glez Pérez cuya biografía sobre su vida obtendría en 2009 el primer premio, dentro de la modalidad de investigación histórica que cada año convoca el Ayuntamiento de La Orotava (Ver www.iesorotava.es enlace en portada: “Un médico ejemplar”).

portada-20del-20instituto-20manuel-20gonzalez-20perez-20.jpgHa sido esta circunstancia, junto con la entrevista –cuya grabación guardamos como un documento de especial relevancia- que concedió en la primavera de 2010 a los también alumnos de ESO del mismo Instituto: Evelyn Pérez, David Oliva y Luz Margaret González sobre las bondades para la salud de Las Cañadas del Teide, al hablarles de su etapa como responsable del antiguo sanatorio en este lugar, los dos últimos actos sociales de Don Ventura. Entrevista esta última (en la imagen), que formaría parte también de otro trabajo escolar sobre medio ambiente: “El ser humano y el Teide” primer premio de la convocatoria hecha por el consistorio villero sobre naturaleza y biodiversidad en tierra de volcanes. Harto significativo que quien hizo más que nadie por la vida de las personas, dedicara estos dos últimos momentos de profundo contenido social  al final de sus días, al protagonismo de los más jóvenes.

muestraPortadaEn la Villa de Arriba de La Orotava, junto a la calle que lleva su nombre y que enlaza con la de otro médico emblemático en la Villa, el Dr. Domingo González, unos eternos castaños de indias dan fe de su vida, que por bien descrita en el enlace anterior, o en el libro que le dedicara  Rossana Degil Agostini Righetto: “Un médico ejemplar, Don Buenaventura Machado Melián”, no voy a entrar en ella.

Sí, reflejar, ese sentimiento del pueblo sencillo que siempre habló de él como el médico que ni siquiera cobraba los honorarios cuando las personas sin recursos acudían enfermas a que los curase. Una consulta, de la que su compañera  y esposa de toda la vida y ya fallecida Mercedes Álvarez formaba parte también.

De vocación eminentemente social, fue conocido, además de cómo médico o por su tarea en la Cruz Roja, por su impulso al deporte al frente de la U. D Orotava donde crearía el actual Trofeo Teide de fútbol. Y no puede por menos dejar de citarse su etapa política como concejal en el Ayuntamiento de La Orotava, donde renunciaría a ser alcalde y a cobrar sueldo alguno del erario público por su labor.

Persona y personaje del siglo XX, su vida está entrecruzada por todos los avatares de este agitado tiempo de luchas sociales, pobreza, odios, guerras y esperanzas. Sencillo, trabajador, honrado, excelente profesional, político ejemplar y persona bondadosa donde las haya, Don Ventura –que no dejó nunca, ni hasta en sus últimos días de vestir su simpática pajarita al cuello- ha entrado ya en la historia: El mensaje de San Pablo: “Si tuviese el don de mover montañas, pero no tuviese caridad, nada soy” se lee aun con letras pretéritas salmantinas sobre el dintel de la puerta de su antigua consulta. Sin duda, toda una definición de su ser y su sentir. Descanse en paz, quien nos dijo adiós el día que en los centros escolares celebrábamos el Día de la Paz y a quien despedimos en otro tan importante para Canarias como el Día de la Virgen de Candelaria.

Vaya para sus hijos: Ventura, Carmen, Mercedes y Angelita, así como para el resto de su familia, el reconocimiento y agradecimiento que todo un pueblo supo reflejar en su despedida, entre la lluvia de febrero y los ritos ancestrales de la Iglesia de San Juan del Farrobo de La Orotava.

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